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Cultura

Artículo principal: Cultura de Paraguay
Carreta tradicional
Carreta tradicional

La población paraguaya actual es el resultado de la mestizaje de dos tipos étnicos y culturales diferentes: uno americano, otro europeo: guaraníes y españoles. Esta mestizaje tiene características algo diferentes a la que se realizó en otras regiones americanas, en algunas de las cuales ella no llegó a completarse y existen, por un lado, grupos importantes de descendientes de indígenas que conservan la mayoría de sus rasgos raciales y culturales originarios y, por otro lado, una población que está compuesta por descendientes de españoles u otros europeos con sus características étnicas y culturales propias.

En Paraguay, desde el comienzo de la conquista y colonización se produjo - principalmente a causa del aislamiento geográfico y la ausencia de metales preciosos- una intensa mestizaje por el reducido número de hombres españoles en medio de una población indígena. Esto último los indujo a tomar como esposas o concubinas a las indias guaraníes y a practicar la poligamia. Hoy en día la población paraguaya es mestiza prácticamente en su totalidad Tendríamos que deducir que hay dos culturas nacionales prácticamente todos los paraguayos pertenecerían a la cultura paraguaya que se expresa en guaraní y más de la mitad serían biculturales poseyendo dos culturas nacionales. Sin embargo, se puede afirmar que la única cultura verdaderamente nacional y paraguaya es la que se expresa en guaraní.

El guaraní de las misiones era lengua de indios de un nuevo modelo de sociedad que tal vez ninguna otra lengua de origen americana haya emprendido, la aventura de una adaptación a necesidades culturales traídas de afuera, sin negarse a sí misma

Se suele llamar jopara al guaraní paraguayo que tiene mucha interferencia del castellano.

Yerba mate
Yerba mate

Los paraguayos también tienen la misma costumbre de los argentinos y los uruguayos que es la de tomar mate pero en la zonas guaraníes también toman el tereré que consiste en un mate frío. Las costumbres paraguayas son amplias. El paraguayo es muy familiar, "la familia sobre todo". Se acostumbran las reuniones familiares con el conocido "asadito" donde se disfruta de un día en familia, cuando ellos llevan las bufandas. Se escucha la polca y la guarania en las casas, músicas folclóricas acompañadas por las danzas típicas, como por ejemplo la conocida como la galopera.

Debido a las altas temperaturas, el "tereré" se ha convertido es la bebida más tradicional en el Paraguay. Nadie sale de casa sin antes cargar con hielo, agua y por supuesto los conocidos "remedios yuyos", el termo y la guampa con la yerba mate, hierba ("yerba") originaria del Paraguay y conocida científicamente como "Ilex paraguariensis".

Éstas son solo algunas constumbres propias del país y que son también observables en otros países de la región llamada Cono Sur.

La gente del Paraguay tiene fama de auténtica y alegre, y con costumbres características. Tiene una de las tasas más bajas de turismo de la región, convirtiendo al país en un paraíso cultural virgen, lleno de encantos por descubrir.

Algunas personalidades de la cultura paraguaya son Augusto Roa Bastos, Gabriel Casaccia y Rubén Bareiro Saguier en literatura y José Asunción Flores en la música. La escritora Josefina Plá de origen español, adoptó al Paraguay como su país y vivió allí la mayor parte de su vida.

Idioma guaraní [editar]

Artículo principal: Guaraní

El guaraní no sólo sobrevivió en el Paraguay y algunas regiones cercanas de los países con que limita, sino que se volvió la lengua que habla casi toda la población de un país sudamericano moderno. Los que lo hablan no son indígenas, son mestizos con cultura hispana usando técnicas de producción, organización social y económica de origen europeo.

Esta situación se debería principalmente a la originaria constitución de la sociedad (71). Como consecuencia de la superioridad numérica de hablantes del guaraní y la relación de parentesco que existía entre españoles e indios, la lengua indígena gozó desde el comienzo de una amplia aceptación social. Esta lengua era la diaria en la vida paraguaya y la aceptación social era paralela a la del español, en contraste a lo que ocurría o ocurre aun en el resto de América donde quien habla la lengua autóctona sufre discriminación racial

La razón por la que los días del guaraní no están aun contados, por la que no ha perdido su fuerza creativa interior, por la que se ha creado una literatura que interesa a sus hablantes, es clara y sencilla: el guaraní ha dejado de ser una lengua india para poder ser el instrumento de expresión de los sentimientos colectivos de un pueblo que pugna por ser parte de la vida occidental

El guaraní dejará de hablarse el día que esté agotada su capacidad de adaptación a los tiempos modernos para seguir interpretando en el campo semántico las necesidades a que la cultura actual le ha confinado, las singularidades intransferibles de un pueblo que todavía se siente ligado a un pasado ancestral, porque se ha constituido -precisamente por haber sido tradicionalmente la lengua vernácula de todas las clases sociales- en una suerte de fundamento del patriotismo local.

La aceptación social que siempre tuvo el guaraní sigue hasta hoy en día, incluso va creciendo últimamente por su uso en educación, medios de comunicación, y su reciente promulgación como lengua oficial del país. Sin embargo, siempre hubo y hay hasta ahora quienes -primero desde el poder colonial y luego desde los gobiernos independientes- pretendieron y hasta ahora pretenden denigrarlo y desplazarlo, usándolo solamente cuando se requiere la cooperación del pueblo, por ejemplo, en caso de guerra o en época de elecciones.

Música [editar]

La música paraguaya es muy particular, aunque siendo el único país de Sudamérica donde la mayoría de los habitantes habla el idioma del origen nativo, su música es totalmente de origen europeo.

Entre los siglos XVII y XVIII, los Jesuitas notaron que los Guaraní tenían buen talento musical, y en su misiones los nativos se interiorizaban en la música europea muy buenos interpretes, aunque nunca compusieron.

Los instrumentos más populares son el arpa y la guitarra. El arpa paraguaya tuvo mucha difusión y es conocida en muchos países del mundo.

Sus géneros son la canción paraguaya o purajhei (polca), y la Guarania, caracterizada por una canción lenta que fue desarrollada recientemente por José Asunción Flores alrededor de los años 1920 algunos ejemplos son: "India", "Recuerdos de Ypacaraí", "Mi Dicha Lejana", etc. Las composiciones preferidas para ser ejecutadas en arpa son los onomatopéyicos y fuertes "Güyra Campana", "Tren Lechero", entre otros.

Para la danza existen unas vivas polcas y polcas galopadas. La polca es una danza de parejas, en tanto que las galopas son danzadas por un grupo de mujeres llamadas galoperas que giran formando un círculo, balanceándose de una lado a otro un cántaro o un jarrón en sus manos, la polca galopada más famosa es "La Galopera"

Otra variante es la danza de la botella, donde la principal bailarina danza hasta con 10 botellas en la cabeza una sobre otra. También están los Valseados, una versión local de los vals, como por ejemplo "El Chopí", "Santa Fe", "Taguató", "Golondrina", etc.

Uno de los más conocidos exponentes de la música paraguaya fue Luis Alberto del Paraná, quien realizó varias giras por Europa y el resto del mundo por más de 30 años

El Conservatorio Nacional de Música ofrece 27 materias, a los alumnos de diversas especialidades musicales que van desarrollando a lo largo de 7 y 10 años de estudios, culminando su carrera según el instrumento elegido como ser: instrumentos clásicos en general, canto e instrumento popular. Cuenta con varias agrupaciones orquestales académicas como: La Orquesta Sinfónica Académica Nacional, Banda Sinfónica Nacional, Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Asunción, Orquesta Folclórica José A. Flores, Camerata Lara Bareiro, Orquesta de Jazz, Orquesta Sinfónica Infantil y coro de niños, Coro Polifónico.

Una de las conquistas más importante es la creación de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), con rubro diferente, es una agrupación que se desenvuelve dentro de la institución. Sus integrantes fueron admitidos a través de una audición internacional, con participación de 270 postulantes de todo el país, concurso donde los alumnos sobresalientes del Conservatorio Nacional de Música se impusieron con una mayoría del 70% de los 112 puestos de la orquesta; una de las orquestas más numerosas de Sudamérica.

El avance logrado en los últimos 7 años es extraordinario, se podría decir que con la concreción de este proyecto, gradualmente se va cambiada la historia de la música en el Paraguay. En el año 2005 se solidifica aún más el Conservatorio Nacional de Música con la creación de la filial de Itaugua, una nueva dependencia con un rubro aparte concedido por el Parlamento en el presupuesto general de la nación, esta nueva dependencia con 200 alumnos se adopta la misma disciplina, el programa y el sistema de enseñanza. Convergen allí alumnos de distintos pueblos del país como: San Bernardino, Paraguarí, Pirayú, Itá, San Lorenzo, Carapeguá, Piribebuy.

Artesanía [editar]

Algunas de la ciudades y pueblos del Paraguay se caracterizan por el tipo de artesanía que producen.

La diversidad de culturas en el Paraguay permite un desarrollo constante y expansivo de las artesanías. De la tradición indígena brotan bellos trabajos en fibras naturales, maderas nobles, semillas, plumas y otros materiales naturales. Tapices, canastas, collares y otros artículos de excelente terminación.

La Artesanía paraguaya ofrece también delicados textiles tales como el bordado conocido como aho poí, el encaje llamado ñandutí, joyería en filigrana de oro y plata, vasos de cuerno tallado, hamacas, mantas, tallas de madera, objetos de cerámica e infinidad de otros artículos en los que se destacan la creatividad y la destreza de los artesanos.

Centro de artes visuales y Museo del barro [editar]

Es probable que desde comienzos y hasta mediados de este siglo la recuperación del proceso productivo la población (en el que en parte incidieron ciertos movimientos inmigratorios de posguerra) hayan promovido el incremento de aquellas artesanías vinculadas a fines utilitarios.

Especialmente la cerámica y los tejidos, de uso personal y doméstico, debieron haber recibido un nuevo impulso no sólo en cantidad sino también en variedad (nuevos motivos y nuevas técnicas) a partir del desarrollo de las necesidades dentro de patrones aún tradicionales de consumo.

El nombre dado a esta colección de arte tiene que ver con la primera materia de la creación: el barro. Inicialmente congregó obras realizadas por ceramistas de dos localidades del interior del Paraguay: Itá y Tobatí. Posteriormente se agregaron diversas manifestaciones del arte popular, en áreas tan opuestas como tallas religiosas, tejidos, muebles, encajes, imágenes, orfebrería y máscaras. Este núcleo de piezas fue incorporado luego al edificio construido especialmente en Isla de Francia de Asunción, donde ya funcionaba una sala con un acervo de arte conteporáneo paraguayo, otra de exposiciones temporales y un departamento de investigaciones.

El Centro de Artes Visuales - Museo del Barro se enriqueció desde 1988 con nuevas salas: la "Capilla Sixtina" de Ricardo Migliorisi y la "Próxima Cena" de Carlos Colombino, una sala de cerámica prehispánica de toda América y dos salas de arte indígena del Paraguay, inaugurados por los reyes de España. Además de introducir algunos representantes del arte de países cercanos (Argentina, Uruguay, Brasil, Perú), la sala Josefina Plá permite realizar exposiciones periódicas de arte popular e urbano.

El Centro alberga también una importante colección de tallas religiosas de las Misiones Jesuíticas y Franciscanas. Su acervo cuenta con una amplia representación de arte gráfico latinoamericano y español, con una colección de 400 grabados de Guadalupe Posada y Manilla (México), una colección de orfebrería en oro y plata del Paraguay desde el siglo XVIII y la colección de 1200 dibujos y grabados de Livio Abramo (Brasil).

Las piezas forman parte de la colección de la Fundación Carlos Colombino Lailla, con las cuales se completa la idea del Museo del Barro. Colombino explicó que "la idea surgió en la época en que el Museo del Barro funcionaba sobre la calle Mariscal Estigarribia, donde se había instalado una vitrina con una colección de oro y plata. El Museo se había abierto como distintos espectros del arte popular del Paraguay y una de estas ramas correspondía al arte en metal, en este caso el oro y la plata, con sus agregados como el cuarzo, el coral y las piedras preciosas.

La nueva situación provoca una nueva demanda: no se buscan los objetos artesanales para ser usado sino en cuanto se consideran como piezas de colección o elementos decorativos. Este hecho, como nuevo factor que incide en la producción de la artesanía popular, presenta riesgos, abre posibilidades y planea nuevos desafíos.

Poesía [editar]

Paraguay ha sido tierra de numerosos poetas, en especial en lengua guaraní. Se destacan con sus poesías en esta lengua (en orden cronológico) Natalicio de María Talavera, Narciso R. Colmán, Juan E. O’Leary, Ignacio A. Pane, Marcelino Pérez Martínez, Julio Correa, Francisco Martín Barrios, Emiliano R. Fernández, Manuel Ortíz Guerrero, Félix Fernández, Darío Gomez Serrato, Miguel G. Fariña, Manuel D. Cardozo, Matías Nuñez González, Deidamio González, Hérib Campos Cervera, Enrique E. Gayoso, Emilio Bobadilla Cáceres, Mauricio Cardozo Ocampos, Mariano Celso Pedrozo, Gumersindo Ayala Aquino, Meneleo Sosa Coronel, José Asunción Acuña, Francisco Cristaldo, Julián Bobadilla, Carlos Miguel Jiménez, Julián Paredes, Crispiniano Martínez González, Teodoro Salvador Mongelós, Clementino Ocampos, Cecilio Méndez, Pedro Encina Ramos, Rubén Darío Céspedes (Tatajyva) y Gabino Ruíz Díaz Torales (Rudi Torga)

Aunque el Paraguay de las últimas décadas no ha sido suelo propicio para la creación artística en general, la poesía siempre ha sido el género literario más prolífico de las letras paraguayas. Si por "poesía actual" entendemos la producida a partir de la década del 60 (i.e., 1960-presente), entonces el entorno temporal de lo aquí incluido como "poesía paraguaya actual" abarca casi treinta años de gobierno dictatorial (dictadura de Stroessner, 1955-1989) y apenas diecisiete años de transición democrática (1989-presente).

La situación política, económica y cultural resultante, así como también las censuras y autocensuras vigentes durante dicha dictadura han afectado significativamente, tanto en cantidad como en calidad, la producción poética interna. Los arrestos arbitrarios, la persecución ideológica y la represión política imperantes llevaron al exilio a casi un millón de paraguayos (un tercio de la población) y, entre ellos, a muchos escritores y artistas.

La literatura del Paraguay se construyó más con las aportaciones de los exiliados que con las de los escritores que vivieron en la patria En efecto, los dos poetas paraguayos de mayor renombre internacional, Hérib Campos Cervera (1905-1953) y Elvio Romero (1926-2004), han escrito prácticamente toda su obra en el exilio, ambos en Buenos Aires. Considerado el poeta más importante de la promoción de 1940, Campos Cervera es también uno de los tres escritores de dicho grupo (con Josefina Plá y Augusto Roa Bastos) que mayor influencia han tenido en la literatura paraguaya contemporánea.

El creacionismo, movimiento poético fundado por el chileno Vicente Huidobro, cuya doctrina proclama la total autonomía del poema. Según datos del investigador y crítico Raúl Amaral, en nuestro país la información sobre esta tendencia literaria está contenida en un artículo publicado por el escritor paraguayo Federico García (1892-1923) en "El Liberal".

Teatro [editar]

Durante la primera mitad del siglo, la historia del teatro paraguayo no cuenta con muchos nombres que hayan trascendido las fronteras nacionales, con la posible excepción de Josefina Plá quien, además de ser autora y co-autora (con Roque Centurión Miranda) de varias obras teatrales, está entre los críticos que más han estudiado el teatro paraguayo.

Como en otros países de Latinoamérica, razones de orden histórico-político y económico-social explican parcialmente el hecho de que el teatro haya sido, y continúe siendo, el género menos fecundo de la literatura paraguaya. En el caso específico del Paraguay, la inestabilidad política de las primeras décadas unida a una guerra internacional, la "Guerra del Chaco" contra Bolivia, 1932-1935, una terrible guerra civil (la Revolución de 1947) y una de las dos dictaduras más largas que registra la historia del continente americano hasta la fecha (la del general Alfredo Stroessner, 1955-1989; la otra es la de Fidel Castro, 1959-año en curso) tienen un impacto negativo directo tanto en la cantidad como en la calidad de la producción teatral de este siglo.

Sin embargo, durante las dos décadas que preceden a la Guerra del Chaco surge un interés teatral antes inexistente y numerosos autores estrenan dramas y comedias de carácter predominantemente popular, entre ellos Eusebio A. Lugo (1890-1953), Pedro Juan Caballero (1900-1946), Facundo Recalde (1896-1969) y José Arturo Alsina (1897-1984), el más célebre del grupo.

No obstante haber nacido en la Argentina, Alsina vivió en el Paraguay desde muy niño y su obra dramática es netamente nacional aunque algunas de sus piezas reflejan influencias del teatro europeo. De enorme significación cultural para un país bilingüe como el Paraguay es la producción teatral de Julio Correa, autor de gran mérito e iniciador, en la década del 30, del teatro en guaraní en obras inspiradas en el contexto histórico-político de esos años, y en particular en la Guerra del Chaco. Otros representantes del teatro en guaraní de esa época son Francisco Martín Barrios, Roque Centurión Miranda y Luis Ruffinelli.

Durante las últimas cuatro décadas, entre los autores de obras más representadas, tanto dentro como fuera del país, se destacan en particular: Ernesto Báez, Mario Halley Mora, el más prolífico de este período y autor de varias piezas en "yopará" (voz guaraní que significa "mezclado"), en español y guaraní, Alcibíades González Delvalle, tal vez el dramaturgo más polémico y controversial de los años ochenta; Ovidio Benítez Pereira, José María Rivarola Matto y Julio César Troche, para mencionar sólo a los más conocidos actualmente.

La actividad teatral paraguaya cuenta con el apoyo del Ateneo Paraguayo y de la Escuela Municipal de Arte Escénico de Asunción, fundada por Centurión Miranda en 1948. Además de los dramaturgos ya mencionados, entre los nombres que también ocupan un lugar significativo dentro del teatro paraguayo contemporáneo deben figurar, entre otros: los autores y críticos José Luis Appleyard, Ramiro Domínguez y Ezequiel González Alsina; el actor, autor y ensayista Manuel E. B. Argüello; y más recientemente, el crítico y director Agustín Núñez y la dramaturga y guionista teatral Gloria Muñoz, quienes llevaran a escena (bajo la dirección de aquél y la adaptación teatral de ésta), con gran éxito de público (1991), una versión teatral de Yo el Supremo (1974), la novela más conocida de Augusto Roa Bastos.

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